El poder de las palabras
El poder de las palabras atraviesa fronteras, limites, espacios; internalizan en la mente y llegan hasta el rincón más escondido del corazón. Las palabras puede ser fuente de belleza, poesía, creación, amor, vida, alimento para el alma… Pero, como todo en este mundo, hay un lado oscuro que la retuerce, la oprime, grita y la estrangula.
Las palabras nos acompañan desde la infancia a la tumba. A veces nos convierten en esclavos de algunas ideas, mientras otras veces somos hijos herederos de ellas. Nos han explicado que valemos más por lo que callamos, que por lo que decimos. Pero sea verdadero o falso, la forma para medirlo son nuestras propias palabras, esas que provienen llenas de amor u odio, las mismas que utilizamos para bendecir o maldecir, no al que nos rodea, sino a nosotros mismos.
Las palabras cobran vida y su poder da y quita. Somos esclavos de nuestras palabras y reos de nuestro silencio. Su capacidad de crear y de destruir también es aplicable a nosotros mismos. No escucharnos, dedicarnos afirmaciones negativas y reprimir lo que deseamos decir, son algunas de las múltiples maneras en las que nos haremos daño, nos sentiremos frustrados y en las que, tal vez, consigamos alimentar una baja autoestima. Si tú, no te dedicas palabras bonitas nadie lo hará. Porque tal y como te ves, así te verán los demás. Hemos aprendido a dedicarles estas palabras a los demás, pero ¿qué pasa con nosotros? Parece que no sabemos darnos el valor que merecemos, nos ponemos en un segundo lugar y esto provoca determinados problemas. Es entonces cuando los “soy incapaz” o “no puedo” se hacen eco en nuestra vida llegando a ser una realidad. Los pensamientos influyen en nuestros sentimientos y por lo tanto, en nuestras acciones.
¿Te has parado a escuchar alguna vez la forma en que te hablas? ¿Eres consciente de qué te dices y de cómo lo haces? Y, un paso más allá, ¿alguna vez has parado y has notado como tu estado de ánimo puede variar en función de las palabras que te diriges a ti mismo?
Cambia tu dialogo interior, somos evolución íntima de ellas.
“Tus creencias se transforman en tus pensamientos.
Tus pensamientos se transforman en tus palabras.
Tus palabras se transforman en tus acciones.
Tus acciones se transforman en tus hábitos.
Tus hábitos se transforman en tu carácter.
Tu carácter determina tu destino”
Tu amiga y coach, Jaleez Fonseca