Los próceres de la independencia latinoamericana, forjados en el espíritu de la Ilustración y la pujante modernidad, estuvieron muy conscientes de que solo de una forma cohesionada y solidaria en la lucha no solo por la independencia política sino también por la justicia social era realizable. De la misma forma que en la actualidad los que se enfrentan a las nuevas potencias hegemónicas saben que sin integración resultará muy difícil y postergada la lucha por la dignificación de los pueblos latinoamericanos. La integración de América Latina es vista como un reto que nuestros pueblos deben asumir, partiendo de una concepción que supere la visión puramente economicista y se afirme en la dimensión humana y solidaria.
La reivindicación del humanismo en general presupone incluir necesariamente la forma particular que este ha adoptado en el desarrollo del pensamiento en América Latina y cómo se ha revelado de manera singular en cada intelectual auténtico de esta región. Esto contribuye a superar el escollo del enfoque euro centrista que ha subestimado los valores del pensamiento latinoamericano y en especial de su producción filosófica. Con este fin se requiere reconocer no sólo la trayectoria ascendente en sentido general de la filosofía en su historia, sino también las formas específicas en que la filosofía y el humanismo se han expresado en estas tierras como parte integral del pensamiento universal. El sentido progresivo de dicha trayectoria no significa que esté exenta de virajes, zigzagueos, y que en un momento histórico determinado en el que predomina un pensamiento avanzado y progresista aparezcan filósofos que se caracterizan por todo lo contrario. Sin embargo, en el pensamiento filosófico latinoamericano se distingue que prevalece una clara tendencia de confianza en las potencialidades cognoscitivas y des alienadoras del hombre, de evasión del escepticismo y el agnosticismo y de cultivo de las ideas y la praxis humanista.
Tu amiga y coach,
Jaleez Fonseca
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