Febrero en Canadá: los latinos desafiando al invierno.

Me gusta la nieve. Me gusta mucho la nieve, aunque reconozco que en ocasiones me asustan las tormentas. Pero más son los días que disfruto cuando puedo caminar sobre la escarcha helada que cubre la ciudad. El sonido de mis botas grandes y pesadas dejando su huella sobre el hielo me agrada. Sentir el esfuerzo de mis piernas en un jugueteo sensato con la nieve, me agrada. Continuar el paso, soportar el frio, vencer al viento, hablar despacio y escuchar el ruido de la ventisca muda, también me agrada. Es como si el tiempo tomara un descanso de su apresurado paso y nos permitiera respirar.  

Me gusta la nieve, pero no siempre fue así. Mi primer invierno en Toronto lloré de frio. No había ropa que me abrigara lo suficiente. Me parecía lejos tan solo salir a la esquina de mi departamento. No comprendía la vida en un clima así. Pensé en serio en regresar a mi ciudad natal, en dejarlo todo, en volver a lo mismo, en ser cobarde. 

Lo bueno es que el tiempo pasa, por suerte todo pasa. Hubo magia, ángeles, razones, corazonadas, valentía, esfuerzos, decisiones y luego todo se calmó. Me quité las botas, el gorro, la bufanda. Me senté a tomar un chocolate caliente, a comer un muffin, a soñar despierta. Hice planes mientras miraba mi propio reflejo en el ventanal de una cafetería.  

Con la nieve descubrí que a los miedos no hay que mirarlos al disimulo, sino cara a cara porque a veces aquello que nos asusta podría convertirse en nuestro mejor aliado. No hay ejercicio más humano que reconocernos en lo que nos desafía y como la nieve nosotros también brillamos.  

Como dicen los versos de Mario Benedetti «No te rindas que la vida es eso/continuar el viaje/perseguir tus sueños/destrabar el tiempo/correr los escombros/ y destapar el cielo». 

Bienvenido Febrero, bienvenido el invierno. 

Por:  Ma. Fernanda Rodríguez. 
www.mariafernandarodriguez.com 

Instagram @mf.rodriagui 

February In Canada: Latinos Defying Winter.

I like snow. I really like snow, although I admit that sometimes I’m frightened by the storms. But more often, I enjoy the days when I can walk on the icy frost covering the city. I find pleasure in the sound of my big, heavy boots leaving their mark on the ice. Feeling the effort of my legs in a sensible play with the snow pleases me. Continuing the stride, enduring the cold, overcoming the wind, speaking slowly, and listening to the sound of the silent blizzard also pleases me. It’s as if time takes a break from its hurried pace and allows us to breathe.
I like snow, but it wasn’t always like this. I cried from the cold du- ring my first winter in Toronto. There was no clothing warm enou- gh for me. Just going to the corner of my apartment seemed too far. I couldn’t grasp life in such a climate. I seriously considered returning to my hometown, leaving everything behind, going back to the familiar, being cowardly.
The good thing is that time passes, fortunately, everything passes. There was magic, angels, reasons, intuitions, courage, efforts, deci- sions, and then everything calmed down. I took off my boots, hat, scarf. I sat down to have a hot chocolate, eat a muffin, and day- dream. I made plans while looking at my own reflection in the window of a café.
With the snow, I discovered that fears should not be glanced at in disguise but face to face because sometimes what scares us could become our best ally. There is no more human exercise than re- cognizing ourselves in what challenges us, and like the snow, we also shine.
As the verses of Mario Benedetti say, “Don’t give up because life is that/continuing the journey/pursuing your dreams/unlocking time/running through the rubble/ and uncovering the sky.”
Welcome February, welcome winter.

By:  Ma. Fernanda Rodríguez. 
www.mariafernandarodriguez.com 

Facebook
Twitter
Email