La casa es ese lugar con paredes, techo y ventanas, que según su arquitectura podría ser de un solo piso o de varias plantas. Es el lugar al que llegamos cada noche para descansar, que nos guarda y que en ocasiones lo compartimos con otras personas. También es el lugar donde conservamos nuestras cosas preciadas, las que adquirimos en el camino de la vida, y con las cuales también vamos construyendo memorias.
Muchas son las definiciones que encontramos en diccionarios sobre la palabra casa; entre otras incluye la siguiente: “Edificio, mobiliario, régimen de vida de alguien”; la casa entonces no solamente se limita a las paredes y ventanas de una estructura, sino al territorio como una gran casa de aquellos que lo habitamos.
Agosto para muchos latinos que vivimos en Canadá es el mes de tomar unas merecidas vacaciones en ese lugar al que seguimos llamando “nuestra casa”, aunque los sueños y los despertares cotidianos ya estén asentados en territorio canadiense.
“Me voy de vacaciones a casa”, decimos y quizá es una manera de expresar el sentimiento de pertenencia sobre ese territorio lejano al que ahora visitamos solo en ciertas ocasiones; “Mi casa en Ecuador”, digo yo como si nada hubiera cambiado, aunque después de tanto tiempo ya nada se parezca a lo que fue. Las ciudades se transforman día con día: un edificio nuevo, un parque, un centro comercial, un puente peatonal. La infraestructura de las ciudades se modifica y también nosotros cambiamos con la distancia. Cambiamos todos, los que se van y los que se quedan.
Mario Benedetti (1920-2009) en su libro “Andamios” cuenta la historia de Javier Montes que tras un largo exilio regresa a Montevideo (su ciudad natal). Una novela que, bajo su fondo político, es un paseo del lector junto al protagonista para descubrir qué es lo que ha cambiado en su ciudad y qué, en su propia persona. Javier acaricia los “Andamios” de su vida, realidades varias, como una diligencia privada e inaplazable. En palabras del mismo autor, “la novela pretende ser la restauración imaginaria de un regreso individual”. Como nosotros, quienes vivimos fuera, que en cada viaje de regreso a casa llevamos a cuestas la misión de reintegrarnos a esa sociedad que ya es distinta y de reconstruir los afectos afligidos por la distancia de aquel lugar que una vez fue nuestro hogar.
Latino ¿Cómo son tus vacaciones en casa?
Vacations at Home: Migrants, Reconnection, and the Narrative of Mario Benedetti
A house is a place with walls, a roof, and windows, which, depending on its architecture, can be a single story or several floors. It’s where we return each night to rest, where we find shelter, and where we sometimes share space with others. It’s also where we keep our treasured possessions—those we acquire throughout life’s journey—and build memories.
The word “house” has many definitions in dictionaries. Among others, it includes: “building, furniture, someone’s way of life.” Thus, a house is not only confined to the walls and windows of a structure but also encompasses the broader territory—a large home for those who inhabit it.
For many Latinos living in Canada, August is the month to take a well-deserved vacation to that place we still call “home,” even though our dreams and daily lives are now rooted in Canadian soil.
“I’m going on vacation to home,” we say, perhaps as a way to express our sense of belonging to that distant place we now visit only occasionally. “My home in Ecuador,” I say, as if nothing has changed, even though, after so much time, it bears little resemblance to what it once was. Cities transform daily: new buildings, parks, shopping centers, pedestrian bridges. The infrastructure of cities changes, and so do we with the distance. Both those who leave and those who stay experience change.
In his book Andamios, Mario Benedetti (1920-2009) tells the story of Javier Montes, who, after a long exile, returns to his hometown of Montevideo. Beneath the novel’s political backdrop lies a journey of discovery, as the protagonist explores what has changed in his city and within himself. Javier touches the “andamios” of his life—various realities—as a private and urgent duty. As Benedetti writes, “the novel aims to be the imaginary restoration of an individual return.” Like us, who live abroad, every return trip home carries the mission of reintegrating into a society that has changed and rebuilding connections strained by the distance from a place that was once our home.
Latino, how are your vacations at home?