Por: María Fernanda Rodríguez
Cada año los latinos en Canadá nos preparamos para celebrar las fiestas de independencia con desfiles, actividades artísticas y culinarias. El ánimo está siempre dispuesto al baile, al goce, a llevar sobre los hombros los colores de la bandera que nos representa y a gritar, con el pecho hinchado de orgullo, “Viva mi patria”. “Viva la independencia”, decimos acostumbrados desde chicos al grito en la fecha cívica, pero a toda esta celebración no estaría demás echar la vista atrás, y revisar en la historia cómo fue esa “Independencia” que ahora tanto gritamos y celebramos con bombos y platillos. La historia nos cuenta que fue una lucha sangrienta, que fueron días y noches de organización con miedo a ser descubiertos soñando con una libertad para todos. La América Latina que hoy en día conocemos tardó siglos en crearse y cada país que la compone libró una lucha diferente. Cuántos conocemos la historia de nuestra patria. Cuántos nos hemos siquiera imaginado, por un momento, haber sido parte de aquel enfrentamiento: sostener una bayoneta por el sueño libertario con el terror de perder la vida en el intento. Las fuerzas patriotas perdieron cientos y cientos de valientes hombres y mujeres. Personas como tú y como yo. Hoy más que nunca es buen momento para la reflexión histórica; que las llamadas fiestas de independencia nos cubran bajo el manto de un reconocimiento hacia lo que hubo y la valoración por lo que ahora tenemos, libertad. Que el homenaje no se pierda con ruidos estridentes ni excesos. Que la celebración permita identificarnos como verdaderos patriotas con el conocimiento de la época que provocó un cambio en nuestra querida América Latina. ¡Felices fiestas de independencia!
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